viernes, enero 11, 2013

Ética de la Restricción


He pronunciado mil discursos;
sobre ‘la caridad’ y el ‘buen obrar’.

No obstante.
Mi lengua ha emitido improperios
y sobresaltos;

así fue que una tarde
en el jardín de mi casa, frente al espejo,
rebané  de un navajazo mi lengua
y escupí la mitad, la carne incorrecta.

Y fui elogiado por mis discursos
que no contenían concesión alguna.

En un desayuno
me propuse terminar por escrito
mis reflexiones sobre ‘la bondad’.

Frustrado por mi mano diestra.
Abiertamente en desacuerdo.
Tomé la rápida decisión de separarla
del cuerpo.
El cuchillo para el pan bastó
en la cirugía.

Gané varios partidarios por mi método
inflexible.
Pero dejé de asistir a fiestas
y sitios públicos.

Mi oído izquierdo se empecinaba
en oír conversaciones desatinadas
y malsanas.

Ahora he aplicado convenientes medidas
contra el sublevado órgano.

Y ese ojo.
El que mira de reojo lo que  no debe.
También será retirado.

‘Es prioridad de todo buen hombre
deshacer los malos comportamientos;
aquellos, cuyas pasiones desatadas
evidencian nuestra debilidad.’

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