quiero
ver a los míos
a
mis hijos
salvajes
bien educados
mientras
todo camina a una idea
con
la que
estoy en guerra
quiero
verlos seguir
cuando
la inflamable ola universal
los
lleve lejos
los
deje lejos de lo humanamente posible
para
seguir empujando en masa
a
otras víctimas
al
hondo reflujo de una vejez prematura
en
días eternos
envueltos
de cosmogonías mansas
y
aburridos paisajes urbanos
ahogados
por
voces civilizadas
con
algo de suerte
voy
a verlos esquivando las plazas
las
banderas y los estandartes
donde
las izquierdas y los reaccionarios
van
a soñar
con
un mismo cristianismo
¡qué
inútil reserva de fuerza
logran
domesticar!
pienso
en el relámpago
en
el que tarde o temprano
van
a desvanecerse sus ilusiones
y
sus rebaños
vuelvan
a alcanzar autonomía
y
de una vez
logren
perderse en los bosques
de
su existencia
para
ustedes
será
trepar un sueño irrecuperable
llevar
la vida a campo traviesa
respirando
el
fresco de los días tranquilos
buscando
hacerse del tiempo
entre
suaves lloviznas
y
despejados paisajes
los
veo esperando en silencio
las
noches de verano
hasta
recuperar el cuerpo en la calma
que
suspende las fuerzas
por
un vivir sin interrupciones
desde
ahí será cuestión
de
encender la herramienta
que
unirá las distancias
que
tracen sus pensamientos
tensando
el ánimo y los músculos
hacia
donde quieran andar
sus
deseos
libres
de cara al naranja cálido
del
sol más lejano
volver
perdidos y sin guías
quiero
verlos
faltando
el respeto al poder
hacer
de su respuesta una reacción
de
intensa naturaleza
y
cruda visión
que
sea
para
los que van a escapar
el
abrigo y poema
que
no ofrece la civilización.