¡papá, hay que ofrecer al mundo
otra clase de hombre!
lejos ya, del simulacro
de lo sucesivo,
del esmerado énfasis de etenidad;
que el hombre es al tiempo
una absurda
reducción,
quizás con suerte, una metáfora
o la partícula de muchos destinos
individuales;
cualquier historia del hombre
está pérdida
desde el instante en que se enuncia,
incluso antes;
en vano intentar desprender
o guardar
un decir de pasado, incluso de porvenir;
lo mismo anticipa el poema:
la colección de toda una especie
es una sola imagen;
ahí la vergüenza,
después
una vida completa
sin otra percepción o emoción
que las ya agotadas
hasta en sueños;
pero pa, percibí la identidad
como un brevísimo
pestañar;
basta ese liviano presente
para aniquilar
la inmovilidad bautizada hombre;
basta la voluntad
para
vaciarnos
y después veremos.