viernes, diciembre 21, 2012

Memorias del descenso


Mientras descendía en absoluta oscuridad,
cargado sobre su espalda como un niño;
 -pregunté-
¿Es normal que no pueda mover mis piernas
o tan siquiera sentirlas?

Sin aminorar su marcha contestó mi pregunta.

Al finalizar el descenso (que fueron veinte años)
 llegamos a una playa gris,
donde me enterró hasta la cintura. 
-Entonces pregunté-
¿Qué debo esperar acá, entre estas cenizas?

Mientras se iba contestó mi pregunta.

Satisfecho una vez más por su repuesta;
-pensé-
“El hombre que conoce su destino
no teme, no se angustia. “
Abandonado.
Pasé veinte años allí
antes de consumirme en ceniza.

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